Emprendimos nuestro viaje de 360 km de Christchurch a Dunedin. Al inicio manejar fue raro, más aún, no siendo un vehículo manuable, sino un camioncito bastante grande alias “La Batata”. Nos llevó unos minutos acostumbrarnos a ver todo del lado contrario. Paramos en un super de Christchurch para hacer un surtido, ese primer viaje fue complicado ya que dimos vueltas y vueltas para poder entrar. Observamos que para doblar a la derecha en una principal con semáforo, no siempre está la luz que habilita a doblar pero si está señalizado en el piso, por lo cual los autos se tiraban y doblaban a huevo. Así que viendo, aprendimos, y nos acostumbramos a esta nueva forma de manejar.
A la mañana siguiente me tocó manejar a mí los kilómetros que restaban para llegar a Dunedin. La verdad es que no me costó manejar del lado contrario. Al llegar a Dunedin, la segunda ciudad más grande de la isla sur, sólo recorrimos el centro con la Camper. La cuidad es muy muy linda, prolija como todo NZ.
Siguiendo nuestro camino también paramos en Alexandra. Un lugar con mucho colorido y un reloj solar en una montaña.
En la tardecita llegamos a Queenstown y estacioné la Camper en la rambla, un lugar con una hermosa vista al lago. Ahí nos quedamos dos noches mientras nuestra pareja amiga se quedó en un hostel. Por suerte en frente a donde estacionamos, había un hostel donde pagando unos 5 dólares te dejaban bañarte. La cuidad fue la más linda de toda la Isla Sur, conocida como el lugar de deportes extremos. Vimos que esta cuidad es ideal para quedarse varios días, ya que es muy pintoresca. De noche todos los bolichitos estaban iluminados con fuego y decoración muy atractiva. Las calles todas de piedra, en subida y bajada, le daban un toque especial. Las personas que viven aquí, y en general en todas las que vimos en la Isla Sur, son rubias y de ojos claros.
A continuación subimos una montaña en góndolas por el skyline, luego en sillitas y después bajamos parte de la misma en unos autitos donde jugamos carreras y les gané a todos, tanto en la pista fácil como en la difícil. 
En estos autitos, sólo se utiliza el freno, y no lo apreté mucho, me reventé contra todo pero gané! En la montaña se podía almorzar en un parador muy bonito pero nos fuimos corriendo para llegar al paseo del Señor de los Anillos, y nos comimos un combo en 5 minutos, una animalada.
En estos autitos, sólo se utiliza el freno, y no lo apreté mucho, me reventé contra todo pero gané! En la montaña se podía almorzar en un parador muy bonito pero nos fuimos corriendo para llegar al paseo del Señor de los Anillos, y nos comimos un combo en 5 minutos, una animalada.
Al otro día, a las 6 de la mañana ya estábamos en pie para recorrer la costa corriendo. El frío que hacía era increíble, pero con buzos, bufanda, guantes y gorros salimos a correr igual. Fuimos por un camino alrededor del río, donde el suelo estaba lleno de piñas bien chiquitas, hojas otoñales y piedritas grises. Creo que caminando o corriendo es una de las formas más linda de ver una cuidad, en particular corriendo vimos las mejores vistas del lago y sus montañas. Lo atractivo de correr por Queenstown no sólo era la vista que la cuidad te ofrecía sino que podías optar por distintas rutas, unas con más subidas y bajadas, y otras más planas, pero todas atractivas para quien le gusta moverse. En estos caminos había banquitos, todos puestos en lugares estratégicos y en los cuales te podías quedar horas apreciando la vista. Las casas que aparecían en estas zonas lejanas del centro eran hermosas, todas con techo a dos aguas y de madera. No llevamos la cámara pero las vistas de la cuidad corriendo fueron soñadas.
A las 11 de la mañana arrancamos camino a Milford Sound. Gastón al volante y 300 km por delante. Saliendo de Queenstown se lleva un espejo de otra Camper sin darse cuenta hasta que el tipo de la Camper se le paró en frente de nuestra Camper en la mitad de la calle y la quiso detener con su propio cuerpo, estaba loco! Gastón esquivó y nos fuimos cagando fuego.
Desde Queenstown y bordeando todo el oeste de la Isla Sur de NZ, los paisajes son de montañas y las rutas con curvas, subidas y bajadas permanentemente. Para llegar a nuestro próximo destino Milford Sound, sólo había una ruta de ida y vuelta. Bajando y subiendo montañas saladas con “La Batata” paramos en Te Anau a descansar un rato.
Esta cuidad era muy tranquila con el lago más grande que pudimos ver. En la oficina de información al turista, la mujer que atendía dijo que no había más estaciones de servicio entre Te Anau y Milford Sound, así que cargamos el tanque para 300 km ida y vuelta.
La ruta a Milford Sound fue la más complicada al estar ahí la cadena más montañosa, hasta pasamos por un túnel que atravesaba una montaña. Antes de entrar al túnel tenías un semáforo que te habilitaba con luz verde a entrar. Dentro del túnel eran 5 minutos manejando donde gotitas de agua caían y un poco de sensación de que se podía venir la montaña sobre uno se sentía. Después de pasar este túnel hubo una bajada infernal donde el precipicio no faltaba a la cita. Esta bajada se transformó en una subida devastadora para la Camper a la vuelta, pero por suerte el motor no se fundió. Pasamos la noche en Milford Sound, donde no había nada salvo un camping en el cual dejamos la Motorhome. La vista que tenía este lugar era increíble.
No pudimos estar mucho afuera porque nos comían los mosquitos y también unas mosquitas que había por la vuelta, bastante molesto así estuviéramos con bastante off. En la noche nos cocinamos y conocimos al Zorro, un anciano con una linterna puesta en su cabeza, dando vueltas y vueltas dentro del lugar, personaje muy cómico de ver y de encontrarse a todo momento de la noche.
También hubo alguna cascada que otra por el deshielo. Muy lindo paseo con hermosas vistas.
Abandonamos Wanaka a las 11 de la mañana y emprendimos camino a Franz Josef. Hicimos una parada en un lugar donde había muchas rocas blancas sobre la ruta, todas empiladas y escritas. Ese día era el cumpleaños de mi sobrino, así que le elegí una piedra y le desee feliz cumpleaños en ella. En estos lugares los celulares no agarraban red de ningún tipo, así que fue mi forma de expresarme por no poder comunicarme en ese momento. Recorrimos el mar de Tasmania en cuya playa yacían muchas rocas escritas y restos de palmeras, dando una gran sensación de soledad.
Nos llevaron en helicóptero y todos equipados para el frío.
El equipamiento implicaba unas medias super gruesas, nunca antes vistas, unas botas que pesaban como 1 kilo cada una, unos pinchos que se ataban a las botas y te salvaban de no resbalarte, un pantalón, una chaqueta y un bolsito. La caminata demoró como 3 horas e implicó escalar el glaciar no siendo fácil si no está uno preparado físicamente. Este paseo estuvo genial no sólo por viajar en helicóptero sino porque implicó meternos en cuevas de hielo desafiantes, subir y bajar el glaciar.
Luego de volver congelados, nos fuimos a las hot pools o piscinas de agua caliente para recuperar la temperatura. Salimos como nuevos y ya nos subimos en la Camper para irnos a Punakaiki.
Después de Punakaiki nos fuimos directo a Christchurch, que es la cuidad más grande de la Isla Sur y donde teníamos que devolver la Camper a la mañana siguiente para tomar el avión a la Isla Norte. En Christchurch quisimos visitar el centro pero como en febrero 2011 hubo un gran terremoto, toda la zona céntrica quedó destruida. No había nada más para hacer en la cuidad que recorrer alguna calle que otra en las afueras donde estábamos nosotros.
Excelente, la verdad es que le sacaron el jugo: helicoptero, glaciar, fiordos, montañas ... hermoso. Sigan disfrutando y compartiendo!
ResponderEliminarbesos
Jime