jueves, 28 de junio de 2012

Vietnam




Llegamos a Vietnam, un país con más de 90 millones de habitantes. El 70% de la población de Vietnam vive en el campo y su principal cultivo es el arroz.   
En este país también se controla la natalidad y se puede tener dos hijos por pareja. Como religión predomina el budismo, como en todos los países asiáticos en general.
Aquí empezamos a ver un cambio cultural importante. En Vietnam vamos a conocer principalmente seis ciudades: Ho Chi Minh, Hoi An, Danang, Hue, Hanoi y Halong.


HO CHI MINH


La primera ciudad donde nos quedamos fue Ho Chi Minh. Con sus calles repletas de motos y pocos autos, recorrerla era muy pintoresco. El gobierno controla la compra de autos para no congestionar las calles y para lograr esto, los precios de los autos son muy caros. Se pueden ver muchas pero muchas motos circular, se dice que circulan cerca de tres millones de motos en esta ciudad.



Cuando Vietnam era colonia francesa, Ho Chi Minh era la capital y la llamaban Saigon. Hoy en día, Ho Chi Minh es la ciudad principal viviendo en ella alrededor de 10 millones de habitantes.

El primer día no teníamos excursión ya que se iba sumando gente al grupo en distintos horarios del día. Los guías nuevos eran chiquitos de tamaño y muy agradables. Todos hablaban español.
Fuimos hasta un supermercado para armar un surtido. Antes de regresar se largó a llover salado, tanto que los vietnamitas se acercaban a las ventanas para ver como el viento tiraba alguna rama que otra. Después de que parara un poco nos fuimos al hotel y con nuestros suministros de pringles, galletas y oreos nos quedamos en la habitación aprovechando internet gratis. Por la noche probamos alguna cervecita que otra y nos fuimos a la piscina del hotel que estaba en el último piso y era al aire libre. Luego en la noche salimos a tomar algo cerquita del hotel. Estábamos ubicados bastante céntricos. Nos sigue sorprendiendo que todo cierre temprano. No pudimos cenar nada. Tan sólo tomar una cervecita en un bolichito y después de una subida y bajada doble en ascensor, directo a la cama.

Nuestro segundo día en Vietnam fue muy fuerte por las cicatrices y toda la historia que involucra. Fuimos a la ciudad de Cu Chi donde pudimos ver los túneles subterráneos utilizados por los vietnamitas en la guerra de Vietnam contra USA. Al llegar nos mostraron un video donde te contaban cómo fue la guerra en un español muy gallego y aparecía algún rostro que otro que era consagrado con medallas por “aniquilador de yanquis”. También había una maqueta demostrativa de cómo son los túneles por debajo de la tierra. 


Al ser imposible superar a los soldados americanos en número y armamentos, los vietnamitas inventaron un sistema de túneles subterráneos permitiendo que todos los pueblos de la región estén comunicados. 
Estos túneles podían tener tres niveles de profundidad: tres, seis y diez metros. Con una extensión bastante importante, en estos túneles tenían cocina, dormitorio, sala de estudio, sala de reuniones, etc. Ahí adentro vivieron por años; impresionante!










En todo el recorrido por la zona de batalla te encontrabas con las entradas de los túneles. También vimos un gran hueco en la tierra resultado de una bomba americana. El guía nos enseñó las trampas usadas por los vietnamitas y nos explicó que no sólo las utilizaron contra los americanos sino que también fueron trampas utilizadas contra los franceses. Estas trampas fueron resultado de tener los  vietnamitas  armamento inferior a estos dos países. Aún en Vietnam hay zonas donde hay bombas y al pasar sobre ellas explotan. Hoy en día siguen habiendo muertes a causa de esto, independientemente que haya gente trabajando para encontrarlas.

En esta zona de batalla te encontrabas con una sección donde te mostraban las armas utilizadas en la guerra. Si querías podías comprar las balas del arma que quisieras y tirar unos tiros. Con Gastón y Carlita compramos 10 balas y nos fuimos a ver qué tal es tirar de esas escopetas gigantes. 



La primera en tirar fui yo y la sensación no fue para nada agradable. Apenas apretabas el gatillo, un sonido muy fuerte te ensordecía (y eso que tenía tapa oídos puestos) y sentías una vibración por todo el cuerpo. Estuvo salado. Me retiré para atrás y no quise saber nada más con disparar. Cedí mi lugar a Carlita que no sabemos cómo tiró como cinco tiros seguidos de una vez y luego le tocó a Gastón que en forma tranquila como es él, fue tirando tiro a tiro hasta que las balas se terminasen.

Siguiendo el recorrido por esta zona de batalla nos metimos a uno de los túneles. Los mismos fueron agrandados para el turista, pero son chicos igual, bien para el tamaño de los vietnamitas. Casi sin aire y sudando muchísimo caminamos en cuatro patas hasta salir nuevamente a la superficie. Aun no entiendo cómo hacían para vivir ahí adentro. El ser humano es un ser de costumbre, así que somos capaces de acostumbrarnos a lo que sea.

En el recorrido nos acercamos al guía y él mismo nos fue contando su experiencia de vida. Su nombre era Viet. Nos contó que peleó en la guerra perdiendo a su padre y a su hermano en batalla. Lo sorprendente es que no tiene rencor hacia los yanquis, sino que dice que hay que ver siempre el futuro y no quedarse en el pasado. Con ojos empañados nos contó brevemente su historia. A sus 16 años, mientras estaba en el liceo, tuvo que pelear en la guerra. Para su suerte, poco después que comenzó la guerra consiguió una beca para estudiar a Cuba. 
Tras un viaje en barco bastante movido desde Moscú hasta la Habana, se radicó en Cuba donde se recibió de Ingeniero Agrónomo. Luego volvió a Vietnam donde años después se jubiló como profesor de la Universidad a los 55 años de edad. Hoy en día, con sus 62 años es guía. Las vueltas de la vida nunca se saben, y a veces nos quejamos de tan poco…






Culminado nuestra visita a Cu Chi nos llevaron al museo de la guerra donde se exponían fotos muy fuertes.
Para entender más sobre este tema repasemos juntos brevemente la historia. Antes Vietnam era una colonia francesa. Cuando logró independizarse de Francia, Vietnam se consagraba como un país independiente socialista hasta que USA dominó el sur de Vietnam, quedando dividido este país en dos; Vietnam del norte (socialista) y Vietnam del Sur (gobernado por USA).  Cuando el pueblo del sur se resistió a los Estados Unidos comenzó la tan conocida guerra de Vietnam, donde se unió Vietnam del norte con los vietnamitas del sur y con la ayuda de otros países socialistas pelearon durante años contra el pueblo americano.  
El resultado de esta reciente guerra fueron muchas vidas perdidas y otras dañadas para siempre por el factor naranja. Resulta que USA para eliminar a los vietnamitas, tiraba un insecticida en sus cosechas de forma de dejarlos sin provisiones, pero el pueblo vietnamita siguió por años y años consumiendo cultivos y tomando agua contaminada por este factor.



 De esta forma en este museo había una sección dedicada a las víctimas del factor naranja. Fotos muy fuertes, malformaciones en hombres, mujeres y niños te dejaban sin ánimo alguno. Lo más impresionante fue ver la fecha de muchas de esas fotos y darse cuenta que muchas de ellas son recientes. 

Lamentablemente este factor naranja ha afectado a varias generaciones, naciendo niños hoy en día con problemas realmente feos, entre ellos encontramos el nacer sin ojos, sin cerebro, sin extremidades, y deformidades varias. 

Los otros pisos del museo mostraban fotos de vietnamitas y americanos siendo torturados, métodos de tortura, casas y pueblos enteros destrozados por los bombardeos, entre otras imágenes violentas y fuertes.

Al salir del museo había una sección que mostraba cómo eran las cárceles de los vietnamitas, simulando las mismas con maquetas. 


También te encontrabas con los aviones y tanques de guerra. 

Algo impresionante si se tiene capacidad de trasladarse a ese momento de la historia.





Luego del paseo por el museo nos llevaron a ver la Catedral de Notre Dam. Esta catedral fue construida por los franceses en la época que Vietnam era su colonia, con una idea muy similar a la que se encuentra en París. Entramos a la iglesia, prendí una velita y regresamos al hotel.

Esa noche teníamos cena en un crucero nuevamente pero por la bahía de Ho Chi Minh. Después de lo visto en el día no estaba de ánimo para ir así que me quedé con Gastón en el hotel descansando.






HOI AN

Al día siguiente nos tomamos un avión hasta Danang, aeropuerto que utilizaban las fuerzas armadas norteamericanas durante la guerra. Esta ciudad es conocida por ser la ciudad más afectada por el agente naranja. Desde aquí tuvimos un traslado en ómnibus hasta la cuidad de Hoi An donde nos quedamos cuatro noches. 
Este lugar es conocido por las casas de sastrería. Aquí aproveché para hacerme vestidos a medida. Gastón se hizo un traje pero no fue el mejor negocio de su vida, más bien le quedó un poco ajustado a lo que acostumbra usar. Yo ni recuerdo los vestidos que me mandé a hacer, pero fueron como seis. Todos ellos fueron guardados en la valija prontos para ser mandados en la próxima encomienda.  Por la calle veías a la gente del grupo de viaje con bolsas y una sonrisa de felicidad por sus nuevas adquisiciones de vestidos de fiesta y trajes para trabajar. Las casas te hacían un traje o un vestido en un día, una locura!!! No podías no comprar, así que nos despedimos nuevamente de los dólares americanos que teníamos guardados.

Este primer día además de las compras descansamos en el  hotel donde un Johnny nos acompañó en la piscina al aire libre hasta que el sueño nos llamó a dormir.






Al día siguiente, con un calor infernal, fuimos a la montaña de mármol. Esta montaña funciona como templo budista y tiene estatuas de piedra por varios lugares.  

Esa mañana tomamos litros y litros de agua por el calor, y lo más sorprendente es que la sudamos todita! Nos quedamos impactados con una cueva natural que era realmente inmensa. 

 


Mojados en nuestro sudor de una forma bien asquerosa, por fin fuimos a un destino refrescante, la playa! Nos llevaron a “China beach”, ubicada en Danang. 

La playa era linda, con bastante arena y con vista a unos cerros. El agua estaba calentita y bastante transparente. Con pareo al mejor estilo uruguayo me quedé bajo el sol en los momentos que no estaba adentro del agua. Para quien no quería tomar sol había unas sombrillitas para alquilar, pero no es nuestro estilo.

En la tarde nos sacrificamos con más compras y en la noche fuimos a un baile en el hotel que no podíamos dejar de ir porque estaba a dos metros de nuestra habitación. Estuvo muy divertido pero a las dos llegó la hora de dormir ya que a las 5 de la mañana nos despertamos para ir a la ciudad de Hué.





HUÉ

Después de tres horas de ómnibus y con una resaca importante llegamos a Hué. Esta ciudad es importante porque aquí vivía la familia real en la época de las dinastías vietnamitas. Varias construcciones antiguas de la época real mostraban la importancia de esta ciudad, que era la capital de Vietnam antes de que fuera colonia francesa.

Aquí visitamos el mausoleo donde se encuentra la tumba del último rey de Vietnam. Este gran parque arbolado con estatuas de elefantes, caballos y guerreros fue construido por el mismo rey diez años antes de su muerte. Las tumbas de otros miembros de su familia yacían también en el mismo predio. El lugar no estaba bien mantenido para mi gusto, no habiendo más de cien años desde la muerte de este rey. Sin mucha gracia de una tumba de la otra, hicimos el recorrido marcado y nos fuimos a almorzar.

Nos llevaron a comer a un restaurant bien lindo, sin aire acondicionado pero lindo. El menú consistía en comida típica vietnamita donde camarones envueltos con pan rallado y fritos fue lo más rico. Después de almorzar hicimos un paseo en barco por un río conocido como el río perfumado. Dicen que por este río solía pasear el Rey buscando relajarse. Su nombre se debe a que la gente de la zona prende inciensos que están a la venta en sus orillas.

Al bajarnos del barco conocimos otro templo, y su pagoda. Resulta que este templo vivía un monje que enseñaba el budismo a niños pero se suicidó cuando le prohibieron seguir enseñando esa religión. Tenía una campana grande que me empeciné con moverla y casi rompo todo porque las maderas sobre las que está sostenida no están en condiciones óptimas. Recorrimos este templo pero el calor se hacía tan insoportable que me fui a regatear un helado.

Como último paseo del día estaba marcada la visita a la Ciudad Imperial. Este paseo me encantó. Anteriormente aquí vivían los reyes. Si me traslado a esa época bajo la ayuda de un cartel que estaba colgado y te mostraba más o menos como era, sin lugar a dudas fue una ciudad increíble. En las imágenes se veían elefantes por todos lados. Hoy en día está vacía y no vive nadie en esta ciudad. Solo se puede apreciar la presencia  de dos elefantes que caminan entre sus calles. Sus edificaciones también presenciaron los bombardeos de la guerra, encontrándose destruidas muchas de ellas. Se podían observar puertas exclusivas para el Rey, para su ejército y para los civiles. A su vez también había edificaciones específicas para las visitas, para la familia o para alojar a las concubinas que en ese tiempo el Rey tenía como cien!. Lagos que rodeaban la ciudad imperial la hacían aún más linda.

Culminando nuestra visita a esta ciudad imperial la lluvia se largó con todo y en el cielo se formaron dos arcoíris que la cámara no logró capturar con exactitud pero quedamos fascinados con esa última imagen en este lugar espectacular.

Volvimos en bus hasta Hoi An y a dormir! Al día siguiente nos fuimos hasta la rambla donde nos metimos en un mercado de frutas y todo tipo de comidas hasta que el olor nos echó. De ahí recorrimos tiendas y tiendas pero ya sin dinero en mano. El viático de este país se nos había terminado y recién descubríamos que hacían zapatos a medida! Sin más que un suspiro que pasó rápidamente seguimos caminando por esta rambla pintoresca hasta que se hizo la noche. Cruzamos el puente japonés donde comerciantes se alojaban en los pisos iluminados por velitas, y lo cruzamos nuevamente para ya emprender viaje de regreso al hotel. El día se terminaba y nos esperaba la cama de dos plazas en nuestro cuarto gigantesco pero no muy moderno.

Esa noche caminando hacia el hotel nos dimos cuenta que al lado de éste había una tienda que vendía ropa para hombres donde vimos pantalones, camisas y corbatas de muy linda calidad. Intentando comunicarme con todo tipo de señas intenté preguntarle cuándo abría y cuándo cerraba el local. El dueño no hablaba inglés ni tenía mucha capacidad de interpretación. Le hice un dibujito en un papel donde a la izquierda  había unas puertas abiertas y decía 9.00 A.M. con un signo de interrogación, y luego a la derecha del papel otro dibujito de dos ventanas cerradas con una cruz y 20:00 P.M. nuevamente con signo de pregunta. El señor no entendía que le quería trasmitir con mi dibujo así que empecé a actuar en la mitad de la calle. Mis clases de actuación de tercer año de liceo presenciadas con las mellizas no sirvieron de mucho. Con mis macacadas sólo llamé la atención del comerciante del negocio de al lado quién me dijo que habrían a las 7 de la mañana.
Al día siguiente, teniendo como hora de partida hacia el aeropuerto a las 9 de la mañana, no perdimos tiempo y a las siete en punto estábamos para comprar y comprar. Seis pantalones, siete camisas y nueve corbatas fue el resultado de estas dos horas matinales. Ahora el señor Baroni no se puede quejar y tiene ropa para usar por años! Con un bolsito re lindo que nos regaló el negocio, se guardó todas estas compras. Agarramos las valijas y marchamos hacia el aeropuerto.


HANOI

Nos tomamos el vuelo hacia Hanoi, capital de Vietnam. Después de un almuerzo horrible en KFC tuvimos nuestra segunda visita académica. Esta vez tuvimos una charla en la Universidad de Comercio Exterior de Hanoi, donde nos hablaron sobre la economía vietnamita comparándola de vez en cuando con la de Uruguay. Muy didáctico pero soy de aburrirme fácilmente con todo y el sueño acumulado de días y días no ayudaba a que prestara mucha atención. Quienes me conocen en facultad saben que una de mis formas de presenciar una clase es sentarme cómodamente y tirarme contra una pared con los ojos cerrados y dejar que el inconsciente funcione a todo motor! Je. Soy un desastre lo sé! Pero los exámenes los salvaba re bien!!!

Una vez que llegamos al hotel en Hanoi, nos aprendimos otra vez el número de la habitación en la que nos alojaríamos y en la que estarían nuestros amigos. Ya era tarea corriente pero mareadora. Armamos la valija que se iba a quedar en el hotel y preparamos las mochilas que viajarían con nosotros para la noche en barco por la bahía de Halong.

HALONG

De Hanoi bien tempranito nos trasladaron en bus por tres horas hasta Halong. Esta ciudad es conocida como una de las siete maravillas naturales del mundo, contando con una bahía llena de formaciones rocosas. La bahía de Halong fue declarada por la Unesco como patrimonio de la humanidad. Este lugar me hizo recordar a Milford Sound de NZ, pero con bastante calor. El nombre de “Ha Long” significa dragón descendido en vietnamita. Esto surge de una leyenda que viene de muchos años atrás. Resulta que cuando Vietnam fue invadido por China hace muchos siglos, el cielo tras su llamado de ayuda les envió dragones para ayudarlos en la batalla, construyendo una muralla de piedras que impidió el avance de los chinos. Después cuenta la leyenda que los dragones no quisieron volver al cielo y decidieron quedarse en la bahía. De ahí el nombre de bahía de Halong.

El grupo fue dividido en dos y nos tocó el barco más grande. Entramos a nuestro camarote y la sensación fue de asombro y de felicidad. Rodeados de madera ahí estaba nuestra habitación con baño privado. Tanto el baño como la habitación tenían una hermosa vista al mar. Nos sentamos en nuestro balcón y nos quedamos minutos apreciando la vista. Luego fuimos a almorzar al comedor donde un menú con bichos del mar nos esperó y luego disfrutamos de las instalaciones del barco.


Después de una mini siestita vinieron barquitos a buscarnos para llevarnos a cavernas que se formaron hace miles de años en la bahía. La caverna que visitamos era enorme. Adentro estaban las formaciones de rocas iluminadas con luces de varios colores. Caminamos como media hora por ahí dentro y al salir nos sorprendimos aún más por la hermosa vista que el lugar brindaba. Agua de color verde esmeralda rodeada de las rocas altas y con vegetación sobre ellas hacían del lugar un punto mágico del viaje. Después de sacar fotos y fotos, nos tomamos otro barquito que nos llevó hasta una playa, donde el agua no tan limpia no invitaba a darse un chapuzón. Decidimos subir al mirador. Muertos de calor subimos más de 400 escalones hasta llegar a la cima. La vista panorámica que ofrecía este lugar hizo valer la pena todo el sudor para llegar hasta allí. Descansamos en la cima y arrancamos a bajar ya que era la hora de regresar al barco.

Llegamos nuevamente al barco y estrenamos la ducha de nuestro camarote. Que placer fue darse una ducha en la mitad del mar con vista a las formaciones rocosas que el lugar ofrece! Prontos y renovados cenamos y después armamos un baile junto a todos nuestros compañeros. Como sólo nos dejaban pasar la música hasta las 23 hs, el baile siguió bajo las estrellas con una laptop y muchas latitas de cerveza y tragos que metimos infraganti en el barco. Ni la lluvia impidió que algún borrachito que otro deje de estar alegre y disfrutar de esta noche increíble. A las dos horas que me acosté me levanté para ver si podía ver el amanecer desde el barco. Obviamente Gastón roncaba y yo salí de la habitación a ver si se podía ver algo. Con muchas nubes no hubo posibilidad de verlo así que me fui a dormir nuevamente. De cualquier forma a los minutos igual me tenía que levantar para bañarme, desayunar y salir a otro paseo en bote. Esta vez nos llevaron a ver una laguna natural que se forma entre rocas a la cual accedimos en barquitos donde un vietnamita remaba en la parte de atrás. Nos hicieron poner chalecos salvavidas y arrancó el breve paseo de media hora a plena mañana. La entrada a esta laguna era muy pintoresca porque pasábamos por debajo de una roca enorme.

Después de este paseo nos esperaba un “brunch” en el barco donde papas, huevos y tallarines con salsa bolognese fue ingerido por nuestro estómago siendo las 10 de la matina. Con la excusa de que era día de malaria comimos como nunca y fuimos a armar las mochilas para irnos a tierra firme. El agua nos agarró en todo el trayecto del barco hasta el muelle y con paraguas fuimos corriendo hasta el autobús.  Mojados nos esperaban tres horas más de bondi hasta Hanoi.

HANOI

Llegamos al hotel y nuevamente cambiamos de habitación. No importaba que hayamos estado ahí hace dos noches atrás. Ahora nos asignaban nuevas habitaciones y otra vez a aprenderse en donde estaban los amigos y uno mismo.

Esa tarde aprovechamos para salir a pasear por la ciudad. El tránsito hacía imposible cruzar las calles pero nos acostumbramos rápido. Resulta que aunque tengas la luz verde el tránsito no se detiene y  las motos no paran con la luz roja. Para poder cruzar la calle uno se tiene que tirar, no parar y seguir caminando. Las motos te ven y ellos te esquivan, pero uno no puede dudar en los pasos a dar y no hay posibilidad de marcha atrás. Si llegas a parar, te pasan por arriba.

En esta ciudad confirmamos que todos los vietnamitas les gustan sentarse en banquitos extra pequeñitos, como para niños uruguayos de tres años. Está lleno de lugares para comer en la calle con mesitas y banquitos donde vietnamitas disfrutan su comida típica. A nosotros no nos tentó sentarnos porque no nos gustó el olor que sentíamos, más bien era nauseabundo y recurríamos al alcohol en gel sabor kiwi para poder seguir caminando.
 
Esa noche recorrimos y sacamos alguna foto que otra, pero regresamos temprano para dormir algo.

Al día siguiente el itinerario marcaba varias actividades en el correr de la mañana. Comenzamos visitando el mausoleo de Ho Chi Minh, héroe nacional que llevó a que Vietnam se independizará. Este mausoleo fue un paseo que no repetiría nunca más en mi vida. Con una cola enorme para ver el cuerpo de Ho Chi Minh embalsamado en un ataúd abierto a sus visitantes, la seguridad era bastante exagerada. Después de minutos y minutos de cola por fin logramos entrar a verlo. Reposando como si estuviera dormido, ahí estaba el amigo Ho Chi con unas uñas bastante sucias se podría decir. El recorrido fue a pocos metros de su cuerpo y caminamos en forma de U. Alrededor de su cuerpo habían 6 soldados armados. Muy exagerado todo en este lugar. Entramos y salimos rapidísimo. No me aportó nada de nada.
Después de ver al amigo fuimos a visitar su casa. Una construcción sencilla en madera hizo que el paseo fuera de agrado. Ho Chi Minh se murió hace pocos años, así que esta construcción no era antigua.

Nuestro próximo paseo marcado en el itinerario fue el templo de literatura. Este lugar era bastante grande donde se podían visualizar cinco edificaciones. También se veían pilares de piedra en donde se tallaban los nombres de quienes obtenían las mejores calificaciones. Las edificaciones se utilizaban para distintos fines. En una de ellas se dictaban los cursos, en otra se reunían los profesores, en otra se rendían los exámenes, otra donde daban los resultados y por último había una edificación donde se otorgaban los diplomas. En este lugar había símbolos vietnamitas antiguos, tallados en arbustos. El lenguaje era similar al mandarín pero con otro significado, de forma que los chinos no entendieran los mensajes que se mandaban cuando los franceses colonizaron Vietnam. Por último pudimos observar esculturas con los cuatro animales sagrados para Vietnam: la tortuga, el león, el ave fénix y el dragón.
Después de estos paseos llegó el último del día; el paseo en los cyclos que son bicicletas agarradas de un asiento con techito para el turista, donde una o dos personas podían viajar. Con Gastón fuimos en bicis separadas pero hicimos los recorridos juntos, en un tour por la ciudad que duró más de media hora. El paseo estuvo genial porque estuvimos  metidos en el tráfico de esta ciudad.
Después de aquí nos bajamos de las bicis y nos fuimos a almorzar contra el lago Hoan Kiem con vista a un puente rojo que conduce a otro templo pero que teníamos que pagar entrada para pasar.  Hay una leyenda sobre este lago que dice que después de ganar una de las tantas batallas del pueblo vietnamita, su Rey al pasear por este lago fue sorprendido por una tortuga gigante la que le sacó la espada con la que venía luchando guerra tras guerra. La espada del Rey nunca fue encontrada y la leyenda dice que esto sucedió porque los dioses mandaron esa espada para luchar en la guerra pero que una vez concluida la misma, la tortuga, uno de los cuatro animales sagrados en Vietnam, tuvo que devolverla a los dioses.

Por la noche nos llevaron a un restaurant buffet enorme donde había todo tipo de platos variados. Desde gusanos, caracoles y hasta pajaritos recién nacidos tenías para comer. Lo máximo que me animé a probar fue cangrejo. El resto de los platos me daban nauseas.
Al día siguiente nos tocaba volar hacia Camboya. Aprovechamos la mañana y a contra reloj mandamos nuestra segunda encomienda del viaje. Con 17 kilos adentro de la caja enloquecimos a la oficina de correo que para peor era un desorden descomunal. Luego de embalar la caja con cinta adhesiva de forma que si se cae al mar no  pueda entrar el agua, completamos unas cuantas postales que mandamos para Montevideo. La encomienda llega en seis meses y las postales en tres semanas. Esperemos que la caja llegue ya que tiene muchos regalitos lindos!!!

De regreso en el hotel aprontamos las valijas para nuestro próximo destino; Camboya.

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